domingo, 1 de agosto de 2010

¿Y si viviéramos sin miedo, sin estrategias, sin suponer, sin juegos tontos, sin orgullos, sin recelos, si matáramos al ego con amor, si tu confiaras en mi y me vieras tal cual soy?...

 ¿Si de pronto un día dejáramos las máscaras en casa?

Que yo pudiera decirte que me gustas sinceramente,  y nada más.  Sin ideas preconcebidas, ni pasado, ni voces raras; sólo el hoy, el tu y yo.

 Si yo pudiera ser como soy, sin miedo a no ser lo que crees que soy; si tan solo por un momento pudiera mostrarte mi ternura, mi locura y mi razón; si yo pudiera sacarte, sin agobio, mi corazón. 

Si riéramos sin parar ahogando cualquier duda, si los besos de minutos fueran de horas y no de segundos? si tu mano y la mia formaran algo imperfecto, incierto, pero tan dichoso y maduro.

¿Qué sería de este momento? que sería de todos los momentos que vivimos pensando en aquella persona que no llega, que volteamos con una sonrisa buscando con quien compartir y regresamos con un suspiro.

 ¿Que sería de nuestras manos vacías?

Pero todo termina con una charla frugal, más silenciosa que amena, más incomoda que sustanciosa; donde los miedos se trepan en el orgullo y devoran la sensatez, tu actitud nos niega, las palabras se estancan y lo que pudo ser muere en nada.

¿Hoy donde estás?

Se acabó sin miradas, recurriendo a la cobardía, escondiendo nuestro ser por temor a ser heridos, lo peor de todo es que yo sí se que pudo pasar. Lo mataste. 

¿Por qué no pudimos amar naturalmente?, sin esperar algo a cambio, sin obtener beneficios, con la verdad de frente, si tan solo supieramos amar. 

Pero yo sólo se que en este camino no hay más que plenitud y caminandolo juntos o no yo deseo que seas feliz, después de todo las verdaderas historias de amor no tienen final.



 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario